martes, 1 de abril de 2014

Una de las principales preocupaciones de las mujeres embarazadas, más allá de las relacionadas con la salud, el desarrollo y el bienestar del bebé, es el aumento de peso durante los nueve meses de gestación. 
Hay dos posturas predominantes al afrontar el aumento de peso en las futuras mamás. De un lado aquellas que consideran que durante el embarazo disfrutan de una especie de ‘patente de corso’ respecto a la comida y no se privan de ningún capricho ya que, bien por superstición o por deseo, creen que durante esos meses deben y pueden comer todo lo que les apetezca, con la ilusión de que después de dar a luz perderán ese peso. 
De otro lado, están aquellas mujeres que controlan sus comidas, midiendo calorías y procuran mantener el peso al límite por miedo a engordar más de lo deseado, lo que conlleva el riesgo de no ingerir las calorías necesarias durante el embarazo o sufrir algún tipo decarencia de nutrientes esenciales para la madre y para el feto. 
Ambas opciones acarrean problemas de salud y pueden perjudicar a los bebés, por lo que es importante consultar las dudas nutricionales a los profesionales para para que nos asesoren en la dieta recomendada durante el embarazo, ya que las necesidades del cuerpo varían durante estos meses en los que la actividad del cuerpo se multiplica para generar una nueva vida. 
Hay que tener en cuenta el punto de partida, ya que no es lo mismo si la mujer ya tiene sobrepeso o, por el contrario, está demasiado delgada. Salvo en los casos más extremos en los que sería necesario el asesoramiento más específico de los profesionales, el aumento de peso medio en las embarazadas ha de ser entre los diez y los trece kilos. 
Recomendaciones
Mantener una alimentación equilibrada y practicar actividad física moderada son las dos claves para controlar el incremento de peso durante el embarazo. Además, el peso adecuado y la adecuada tonificación muscular preparan al organismo para el momento del parto y facilita la recuperación después de dar a luz. 
Cabe destacar, que tras el parto las mujeres ni pueden ni deben obsesionarse con el peso, ya que adoptar decisiones radicales puede acarrear problemas de salud para la reciente mamá. Este sería el caso de una dieta pobre tras dar a luz que podría ocasionar anemia grave, o el deporte excesivo, que haría a la madre correr riesgo de debilitar el perineo. 
Sobrepeso
La obesidad acarrea una serie de consecuencias negativas en la madre que se pueden agudizar durante el embarazo como fatiga, hipertensión, preclampsia, diabetes gestacional, debilidad del suelo pélvico y un aumento del riego de parto pretérmino y de cesárea.


  • La importancia de la motricidad fina reside, además de en su utilidad práctica, en que es un signo del correcto desarrollo y de la adecuada maduración del sistema nervioso. De hecho, su deterioro provoca problemas en este tipo de motricidad como sucede en los casos de Parkinson.

  • Recortar formas con tijeras
  • Dibujas líneas o círculos
  • Escribir con un lápiz
  • Apilar bloques
  • Doblar ropa
  • Cerrar una cremallera
  • Apretar con fuerza el dedo o los objetos que se introducen en su mano
  • Comienza a agarrar objetos
  • Abre completamente las manos y coge los objetos que se encuentran frente a él
  • Mira sólo el objeto y no sus manos
  • Juega con objetos
  • Comienza a hacer movimientos de pinza utilizando el pulgar y el índice para coger objetos
  • Controla los esfínteres
  • Empuja palancas
  • Pasa las páginas de los libros o las revistas
  • Marca números de teléfono
  • Hace garabatos en forma de círculos
  • Apila piezas u objetos
  • Utiliza los cubiertos
  • Se ata los zapatos
  • Controla elementos como los lápices y los colores
  • Dibuja círculos, figuras humanas como monigotes o animales en trazos sencillos
  • Utiliza las tijeras
  • Comienza a copiar formas geométricas y las letras
  • Modela con plastilina
  • Puede ensartar cuentas con un hilo (de tamaño adaptado a su edad)

La motricidad fina es aquella que permite hacer movimientos pequeños y preciosos. Se localiza en el lóbulo frontal y en la región pre-central del cerebro. Aunque los recién nacidos pueden mover sus manos y sus brazos, esos movimientos no son controlados, es decir, no son conscientes. En este sentido, la motricidad fina son movimientos controlados que requiere de dos condiciones fundamentales: el desarrollo muscular y la madurez del sistema nervioso central.
El control de la motricidad fina en los niños se utiliza para determinar su edad de desarrollo ya que la coordinación de músculos, huesos y nervios para producir movimientos pequeños y precisos, más concretamente, la falta de este tipo de coordinación, puede poner de manifiesto problemas del cerebro, la médula espinal, los nervios periféricos, los músculos o las articulaciones. 
Algunas tareas cotidianas ponen de manifiesto la correcta maduración del sistema nervioso:
Además de estas cuestiones físicas, la estimulación de esta motricidad es fundamental para el aprendizaje, especialmente antes de introducirse en la lecto-escritura, ya que requiere de coordinación y entrenamiento motriz de las manos.
Desarrollo por edades
Aunque este tipo de actividades establecidas por edades son de referencia, sí puede ayudarnos a comprobar que el desarrollo motriz de nuestro pequeño se ajusta a los estándares generales. De todos modos, es importante tener en cuenta que este tipo de divisiones no son departamentos estancos e inflexibles y que cada niño tiene su propio ritmo.
Primer año
De uno a tres años
De tres a cinco años
Tanto para el desarrollo de la motricidad fina, como de la gruesa o de otro tipo de hitos que los pequeños van alcanzando con su crecimiento y madurez, no hay que realizar tareas concretas o darle clases para que mejore, salvo en casos de necesidades específicas, ya que evolucionan de forma natural. De todos modos, si queremos favorecer su desarrollo, lo mejor es hacerlo a través del juego o de las actividades creativas.
Judit Cueto, psicóloga y diplomada en grafopsicología, especialista en convertir el dibujo infantil en una medio de comunicación, de expresión y de adaptación para los pequeños,  nos propone otras formas divertidas para potenciar la motricidad fina a través del dibujo como utilizar los hisopos o bastoncillos de algodón mojados en pintura para hacer diferentes trazos o aprovechar un viejo roll-on para ejercitar la muñeca.
También es una actividad muy divertida poner una gran gota de acuarela o de tinta sobre un folio o cartulina y soplar con una pajita para ir haciendo trazos que pueden tener un sentido o ser aleatorios, según la edad del menor. Y si salís de paseo, por el río o por la playa, siempre podéis hacer dibujos o letras con un palo en la arena de la orilla. 

  • Llegan meses de bajas temperaturas y los bebés son más vulnerables, ya que su sistema termorregulador no está maduro, no pueden comunicarse para decir que tienen frío y todavía no se mueven tanto como para entrar en calor.
Los bebés son especialmente sensibles a las corrientes de frío del otoño y del invierno. Hay que tener en cuenta que los bebés no se desplazan ni se mueven continuamente como lo hacen los niños a partir de los dos o tres años, cuando no paran de correr y de jugar.
En este sentido, cuando salimos con ellos de paseo en invierno sentados en la sillita o en su capazo, están expuestos a las bajas temperaturas. Sin embargo, no es el frío el mayor enemigo de los recién nacidos, sino los cambios bruscos de temperatura. Para evitarlos, es tan importante mantenerlos en una temperatura cálida como no abrigarlos en exceso.
La temperatura corporal de los bebés se controla en la nuca y en el cuello, ya que el mecanismo de termorregulación de los recién nacidos no está completamente desarrollado. Si decidimos comprobar su temperatura en las manos, puede que nos equivoquemos ya que, normalmente, estarán más frías.
Sin embargo, precisamente debido a que el sistema circulatorio del pequeño y el termorregulador son inmaduros, puede que sienta frío en las manos o en los pies y que no sea capaz de controlarlo, por eso debes observarlo y abrigarle bien las extremidades.
También hay que recordar que los bebés pierden hasta el 25 por ciento del calor corporal por lacabeza, por lo que puedes aprovechar para que tu pequeño vaya a la última utilizando gorros o abrigos con capucha bien calentitos.
La piel
A la hora de vestir a nuestros hijos pequeños, lo mejor es utilizar ropa suave y holgada para que la piel pueda transpirar adecuadamente y colocar varias capas para una correcta protección.
El frío también puede resecar la piel, incluso agrietarla. Para evitar estas consecuencias negativas de las bajas temperaturas no hay que dejar a nuestros hijos encerrados en casa, sino mantener su piel con una adecuada hidratación. Los niños deben pasear al son, sea cual sea la temperatura, ya que la luz natural ayuda a sintetizar la vitamina D, imprescindible para fijar el calcio en los huesos.
La hidratación debe ser un hábito diario que durante del invierno puede reforzarse, especialmente antes de salir de paseo, haciendo especial hincapié en los labios, la zona alrededor de la boca y las mejillas. Todas éstas, áreas que sufren más la incidencia del viento.
En casa
Sin embargo, el frío no es algo único de la calle, en tanto que debemos prestar atención a los cambios bruscos de temperatura, debemos procurar mantener un ambiente cálido en casa. Una buena temperatura son los 20 grados, con una humedad relativa que evite que se resequen las mucosas.
Del mismo modo, hay que extremar las precauciones con los cambios de ropa, de pañal o a la hora del baño. Si vamos a cambiarle de ropa procuraremos que no se quede nunca completamente desnudo, cambiándolo por partes.
En los cambios de pañal, lo mejor es hacerlo en una habitación ligeramente caldeada y observar la temperatura de nuestras manos ates de tocar la piel del pequeño. Igualmente, hay que caldear la habitación en la que se realice el baño del bebé, ya que ahí estará completamente desnudo y expuesto a las posibles corrientes de aires, por lo que es imprescindible preparar todo lo que necesitemos cerca de la bañera para no abrir ni cerrar puertas durante ese tiempo. 
    • Hacer que los bebés tengan una transición al mundo al que acaban de llegar más tranquila, o facilitar las actividades cotidianas, son dos de las ventajas que se desprenden del uso de los portabebés. 
    El porteo es una tradición milenaria que se extiende a lo largo y ancho de todo el mundo. Civilizaciones y culturas de todos los continentes han utilizado diferentes técnicas para realizar diferentes tareas a la vez que se mantenían a los pequeños protegidos. Esta tradición milenaria, además  de ser una cuestión práctica, propicia una estrecha comunicación afectiva y emocional entre la madre y los bebés. 

    Los bebés pasan nueve meses en el cuerpo de su madre, en un ambiente cálido, protegidos y mecidos 24 horas, sintiendo el ritmo del corazón y de la respiración. Tras el parto, que es un momento duro de trabajo tanto para la madre como para el bebé, lleno de luz, empujones y frío,empiezan tantas novedades para los recién nacidos que el porteo le ayuda a tener una transición más fluida al nuevo mundo que empieza  a descubrir. 
    Llevar al bebé pegado al cuerpo armoniza su respiración, temperatura, latidos del corazón y movimientos con los de quien lo portea, bien sea la madre o el padre. Durante el primer año de vida el bebé necesita contacto, mientras más, mejor ya que, además de hacerle sentir confortable y seguro, estimula su desarrollo neurológico. 
    Ventajas para el bebé
    Elimina gran parte de los miedos, haciendo que los bebés se sientan seguros y centrados más en disfrutar del entorno, en descubrirlo y observarlo.
    El movimiento del porteo favorece la expulsión de gases y el desarrollo de los sistemas respiratorios y digestivo, reduciendo los cólicos y los llantos. Además, se mejora el desarrollo óseo ya que en los portabebés mantienen una buena postura tanto de la espalda como de las piernas.
    La presencia próxima de los padres cuenta con numerosos beneficios ya que ayuda a detectar de forma rápida de las necesidades del bebé, favoreciendo una respuesta rápida y mejorando laconfortabilidad de los pequeños, lo que hace que aprendan a confiar. Además, le procura a los niños numerosos estímulos emocionales, sensoriales, afectivos y cognitivos ya que el porteo hace que los padres acaricien, hablen y canten a los bebés más a menudo. 
    Ventajas para los papás y las mamás
    Como el porteo pueden practicarlo tanto los papás como las mamás se favorece una relación más íntima entre los padres y los hijos. Aumenta la comunicación reforzando los lazos de unión entre el adulto y el recién nacido. 
    En ocasiones, los padres pueden sentirse desplazados tras el parto dado estrecho vínculo que se establece entre la madre y el neonato. El uso del portabebés por parte de los padres les hace sentirse más integrados en ese círculo. 
    La lactancia se hace más sencilla por diferentes cuestiones ya que al estar más cerca del pecho se inicia con más facilidad, del mismo modo la proximidad aumenta la producción de oxitocina y se detectan antes las necesidades del bebé, sin necesidad de que llegue al llanto para pedir lo que requiere. 
    Junto a todo esto, posibilita que el adulto pueda realizar otras actividades sin alejarse del bebé y permite participar en actividades muy concurridas.